Cuando se tocaba el cielo.
Cuando una parada, era el gol más bonito.
Cuando el grande, era el pequeño
y el pequeño era el gigante.
Cuando Zaragoza rugía por el escudo del león.
Cuando el presidente era Zaragocista.
Cuando temblaban los cimientos de la vieja Romareda.
Ahora más que nunca, todos unidos.
SALVEMOS AL REAL ZARAGOZA.
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