Si, ayer volví a sentir ese cosquilleo que antaño sentí al observar al Real Zaragoza. Ayer volví a sentir esa necesidad de aplaudir que nace del alma obviando quizás a la razón. No sé como explicarlo, quizás sea la necesidad de sentir la que me llevó al sentimiento, pero lo importante, sea como fuere, es que ayer sentí de nuevo. Me marché lleno de una sensación que daría lo que fuera por volver a tenerla cada vez que salte al prado el equipo aragonés.